19 ago 2008

SI ES MUY TARDE NO LO SÈ

Apenas llegué tuve náuseas.La capital nunca me gustó, desde que mi mamá me traía y que se yo… borré algunos recuerdos nauseabundos.
Con Diana fuimos a comprar algunas cosas para el departamento, nos probamos ropa, tomamos helado y nos pusimos al día con la parva de chismes pueblerinos.
Los viernes ella va al antro en donde está de barman el único chico que la rechaza consecutivamente de lunes a domingo; mi amiga tan perseverante no se resigna y por eso se pone la mejor pilcha y hacia allí vamos.


Sólo bailo alocadamente en mi cuarto, en la muchedumbre las miradas me inhiben, en cambio las chicas juegan a ser deseadas por sus movimientos, sus poses que prometen revelar a una perra en celo. Yo sé que se volverán solas, que no pueden despegarse del histeriqueo, que nadie les viene bien, que solo lo hacen para ser admiradas. Como no formo parte de ese club disimulo ir al baño para cruzarme por todo el reducto sonriendo, seduciendo, agradeciendo que el regatón nos acerque, nos roce, nos toque, nos caliente. Este chico que logra trasladarme a una burbuja de alta autoestima no debería creer en sus dotes de cazador porque en realidad ya me dispararon hace rato por eso estoy en sus brazos.

La música, los tragos, la gente, nos cambian de lugar. Giro y allí en la barra con una barra de amigos lo veo. Ni siquiera lo pienso y voy hacia Nicols, y con èl me quedo el resto de la noche; divertida y sexy como no me conocía, borracha tal como me conoció.
Nos vamos en su camioneta con todas las chicas, la mañana del sàbado no puede detenernos. Cerca del mediodía las deja, me deja.
Si un hombre y una mujer solo pueden ser amigos después de coger, ya podemos ser amigos.
El cuerpo no me obedece, hablo demasiado y encima con dificultad. Pero puedo pensar, puedo palpar en algún lugar de mí esa sensación más asquerosa que el vomito de que ya nada volverá a ser como antes.