¿Era necesario confesarle que cada uno de mis locos planes tenían que ver con él?¿ Hacia falta decirle que no puedo desear otro cuerpo? ¿De qué me servía saber como estaba, que pensaba, donde andaba? Sé las respuestas, siempre las supe; y pasar de no ser perseverante seguí gastando crédito con mis preguntas encubiertas, con mis mails rebalsados de romanticismo y postales con ositos que lloraban por extrañar.
Leer a Buscaglia no fue un buen paso “diles a los tuyos que los amas” “ no te guardes lo que sientes” “puede no haber un mañana” Le hice caso y el resultado fue un silencio del otro lado, no de esos silencios que dejan entre líneas algo más que palabras sino es e silencio que se parece al que le pertenece a un cadáver, algo que ya no tiene sentido forzar ni tratar de descifrar. Seguí el consejo porque alguien se fue antes de que tuviera el coraje suficiente para asumir que lo amaba. Seguí el consejo porque de esta manera sentía que la mochila con emociones se aligeraba. Sigo con el Dr Amor,”tu ya hiciste tu parte” aunque tenga ganas de deslizarme por un tobogán con cuchillos y no gritar que me duele mas la indiferencia que cada hoja de acero destrozándome.
Alguna noche de estas no lo pensaré como una tortura sino como un aprendizaje (¿Cuándo llegará esa noche?) analizaré cada una de sus caricias para saber si tuvo que ver con él, conmigo o con el momento justo en que nos encontramos; si tuve de igual manera no hubiese funcionado, si esto fue obra de la soledad extrema y el goce sin guión.
De los hombre tres cosas con P, el resto es para las ilusas como yo.
Leer a Buscaglia no fue un buen paso “diles a los tuyos que los amas” “ no te guardes lo que sientes” “puede no haber un mañana” Le hice caso y el resultado fue un silencio del otro lado, no de esos silencios que dejan entre líneas algo más que palabras sino es e silencio que se parece al que le pertenece a un cadáver, algo que ya no tiene sentido forzar ni tratar de descifrar. Seguí el consejo porque alguien se fue antes de que tuviera el coraje suficiente para asumir que lo amaba. Seguí el consejo porque de esta manera sentía que la mochila con emociones se aligeraba. Sigo con el Dr Amor,”tu ya hiciste tu parte” aunque tenga ganas de deslizarme por un tobogán con cuchillos y no gritar que me duele mas la indiferencia que cada hoja de acero destrozándome.
Alguna noche de estas no lo pensaré como una tortura sino como un aprendizaje (¿Cuándo llegará esa noche?) analizaré cada una de sus caricias para saber si tuvo que ver con él, conmigo o con el momento justo en que nos encontramos; si tuve de igual manera no hubiese funcionado, si esto fue obra de la soledad extrema y el goce sin guión.
De los hombre tres cosas con P, el resto es para las ilusas como yo.